jueves, 7 de noviembre de 2013

El papel de Dios


El otro punto que debe quedar sumamente claro es que el Humanismo Experimental no invalida el papel d Dios en el desarrollo del progreso social y humano, como se pudiera concluir de nuestra filosofía de inspiración “el Hombre es el progreso del hombre”. Nosotros estamos hablando del progreso en su dimensión material y sicológica, y no del progreso espiritual que sólo la Religión, en sus distintas manifestaciones, puede otorgar. Claro que el hombre concreto es quien pone las condiciones del progreso en el sentido de que él elige los medios para lograr su cometido de transformar a la sociedad de la que es parte fundamental, pero hay que tener en cuenta que por naturaleza el hombre tiende a creer y a enaltecer la existencia de una divinidad, y con esto pretendemos afirmar que de por sí el mismo hombre es incapaz de negar la presencia de Dios dentro de la existencia.
Desde un principio debe entenderse que el “hombre” del Humanismo Experimental no es un ser supremo que deba eclipsar la existencia del Ser Absoluto (Dios). Nosotros no consideramos al hombre como un ser que existe para revivir la rebeldía del Edén. Es ante todo, un ser responsable que engrandece al mismo hombre como parte de su proyecto del vivir. El hombre concreto es acción permanente capaz de reestructurar el concepto de progreso y bienestar, pero no sólo de eso, sino también de donar felicidad y desarrollo a sus semejantes, generarlo cuando éstos componentes humanos están ausentes y transformarse él mismo en humanista práctico por el bien de la sociedad.
A simple vista podría pensarse que el Humanismo Experimental otorga al hombre una supremacía dominante sobre el mismo hombre, capaz de generar el progreso en toda la expresión de la palabra, prescindiendo de esa realidad llamada Dios. Pero no es así. El hombre es un ser activo, y como tal, está en condición de hacer más próspera la vida sobre la tierra, y eso no significa que el Humanismo rechace la intervención divina. En otras palabras, tampoco en este aspecto hay oposición entre Humanismo y Religión.
Aunque muchos puedan preguntar si entonces Dios y su Religión no son un Medio para el hombre, aquí sólo nos limitaremos a decir que la intervención de Dios es un asunto de tal importancia que no se puede juzgar a la luz del ciego fanatismo, o con una mente cerrada a la hora de interpretar y entender el papel y la filosofía del Humanismo Experimental. A veces el problema radica en una mala interpretación de ciertos religiosos que afirman que la ayuda de Dios vendrá como consecuencia de una vida de encierro e inmersa en una continua oración, dejando en el olvido los verdaderos problemas del hombre concreto, como si Dios se pronunciara en contra de las necesidades humanas. Existe, además, otro grupo de religiosos que interpretan la intromisión del hombre en los problemas del mundo como un asunto inútil y hasta pecaminoso, argumentando que no está permitido al hombre dirigir sus propios pasos”.
Obviamente aquí se ve la mala fe, el fanatismo y la indiferencia de estos religiosos, pues sabemos que el gran Jesús de Nazaret mostraba plena preocupación por las necesidades de su tiempo y nunca se limitó a llevar una vida de simples oraciones, sino que su misma misión constituía una acción permanente en favor del hombre de carne y hueso. Ahora bien, en cuanto a los religiosos radicales podríamos preguntar, ¿se han olvidado la acción social de Moisés a favor de sus hermanos israelitas cuando éstos sufrían la opresión en Egipto a manos del Faraón?
No la vemos, pero la acción de Dios se manifiesta en el actuar del hombre concreto que se ocupa en hacer más favorable su propia vida y la de los demás, pues la enseñanza bíblica es que Dios actúa a través del hombre. Así que teniendo en mente estas consideraciones podemos interrogar, ¿rechaza el Humanismo Experimental la acción de Dios en el perfeccionamiento de la sociedad? ¿En dónde está la aparente oposición entre el Humanismo y la Religión? No existe. Es sólo una mala interpretación de lo que nosotros llamamos la máxima filosofía; “el Hombre es progreso del hombre”.
Claro que en ocasiones los seres humanos pretenden cargar la responsabilidad del progreso únicamente en Dios y en su religión, pero a nuestro juicio esto constituye un grave error, puesto que tal pretensión, hace que se pase inadvertida la parte concreta que nos corresponde, tomando cada cual una actitud de indiferencia ante las necesidades ajenas. El simple hecho de ser “humanos” representa una oportunidad pero también una exigencia. Por lo tanto, generar el progreso es también tarea de humanos.


Tomado del Libro: Conciencia Humanista
Autor: Gustavo Jiménez.
Editorial Hominis

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