lunes, 21 de septiembre de 2015

ENTREVISTA - ¿Qué es y que hace el Movimiento de Acción Social Humanista?



Esta entrevista fue realizada por el Dr. Jesús Sibilla Oropesa a Gustavo Jiménez - Fundador del Movimiento de Acción Social Humanista - El día 02/12/14 en la radio XEVT de Villahermosa, Tab., México.

¿Qué es el Movimiento de Acción social Humanista?

Somos una Institución dispuesta a transformar y hacer más favorable el presente y el futuro del hombre concreto en la sociedad. Miramos con optimismo la realidad social, pero al mismo tiempo, estamos conscientes que aún faltan muchas cosas por hacer para formar una sociedad unida, madura y eficaz, cuyos miembros estén impregnados de una Cultura Humanista, acorde a las necesidades de su tiempo y distinto de lo que antaño se ha venido proponiendo como norma de vida.

¿Dónde nació el Movimiento de Acción Social Humanista?

Nació en la Ciudad de México, DF, el 10 de abril de 2008. Se trata de una institución muy ajena a algún partido político o algún grupo religioso. Lo nuestro es un sistema de pensamiento, una cuestión filosófica, pero no solamente enfocado a lo abstracto, lo teórico o lo hipotético, sino una propuesta que estamos tratando de llevarla a la práctica, de ahí el término “Experimental” que hace referencia a eso.

¿Cuál es el objetivo del Movimiento de Acción Social Humanista?

Crear una conciencia humanista en un mundo aparentemente deshumanizado. No se trata de una resignación social sino de una realidad. Vivimos una cultura del individualismo que se refleja en una conciencia depredadora, entonces hemos visto las olas de violencias, hemos visto la pérdida de ciertos valores humanos en la sociedad actual y eso se debe a que los valores humanos, incluso el humanismo, se enfocó más por la vía teórica, la vía de la abstracción y no hemos sido capaces de crear un sistema que ponga el foco de atención en el hombre concreto y en los problemas reales.

¿Qué es el Humanismo?

Es un sistema filosófico que busca la revaloración y la dignificación del hombre como ser humano... como persona. Tiene mucho que ver con la dimensión material y espiritual del hombre, solamente que el termino lo dice: “el humanismo es propiamente la exaltación de la naturaleza humana”. En el caso nuestro, sin ponernos a discurrir sobre la religión... lo ponemos en el lugar que le corresponde, es decir, el humanismo está más enfocado a la vida humana, a la exaltación de el como persona.

¿Qué es el Humanismo Experimental?

Es una filosofía de la transformación social, pero no una transformación mágica como algunos han pensado. En realidad, el Humanismo Experimental es un sistema de pensamiento que busca revalorar y dignificar al ser humano en este mundo, concibiéndolo no como una entidad abstracta e imaginaria, sino como un ser real y concreto.

¿En consecuencia, que hace el Movimiento de Acción Social Humanista?

Nosotros por el momento impartimos  Conferencias, Congresos, Talleres y Recitales Poéticos. Lo que se busca, primero que nada, es establecer una Conciencia Humanista. Crear esta conciencia y posterior a eso intentamos convertir el Humanismo Experimental en una forma de vida que se refleje en acciones concretas, es decir, proyectos sociales. Tratamos de mover la sensibilidad humana, no por una intención de fanatismo sino porque creemos que los sistemas anteriores han fallado en cierto sentido porque han querido llegar al objetivo, osea al hecho, de una manera directa. Por el contrario, nosotros creemos que antes de llegar al objetivo, que consiste en crear una conciencia humanista, necesitamos crear también una conciencia individual, despertar en el individuo este deseo de hacer algo por la sociedad, pero sin pasar por alto la felicidad individual. Así pues, el Humanismo que nosotros proponemos empieza desde el hombre, desde el ser concreto y posteriormente el mismo individuo transformado desde su propia conciencia actuará por el bien de la sociedad.

¿Qué hacer ante una sociedad, un mundo que parece estar deshumanizado…?

La sociedad está, de hecho, ante una situación nada favorable y eso se debe a que nosotros como individuos hemos perdido ciertos valores colectivos. De  hecho antaño sabemos – treinta, veinte años atrás – cómo existían los  conceptos de tequio; por ejemplo. ¿Que era el tequio? era un servicio gratuito que se daba a la comunidad por el bien de algún inmueble, lo mismo podemos decir con el trueque ¿Qué era el trueque? Era un intercambio de servicio o producto. Entonces, ante la pérdida de estos valores colectivos viene la pérdida de los valores personales, por lo tanto, es un reto para la sociedad del siglo XXI.
Creemos y confiamos que necesitamos mover las conciencias. No revolucionar, este es un concepto que nosotros lo ponemos muy aparte... estamos al margen de ese concepto de revolucionar conciencias porque en el fondo, implica cierta destrucción. Nosotros hablamos de un proceso de transición; la transición de la conciencia. Incluso esto puede llegar a generar cierta conciencia colectiva, porque lo dije hace un momento: “el Humanismo Experimental comienza desde el hombre concreto”. Entonces muchas veces es por el concepto que nosotros tenemos de ideas como el Progreso, el Bien Común. Son conceptos a veces relegados al pasado. Incluso hay personas que nos han dicho: “es que eso del Bien Común es una cuestión propiamente política, eso del progreso es una cuestión religiosa”. Y eso ha sido lo que ha detenido el avance de la sociedad... No hemos evolucionado como quisiéramos, por que dejamos en manos del religioso o en manos del político una situación que bien sabemos también es nuestra responsabilidad. No estamos diciendo que ni el político ni el religioso puedan generar el progreso o el Bien Común, sino sostenemos que el hombre puede tomar en sus manos las riendas del progreso; el hombre común. Muchas gracias.

miércoles, 19 de agosto de 2015

La sociedad individualista: Influencias



Mi manera de razonar está más allá de pesimismos que pudieran entorpecer la actual reflexión sobre el problema del bien social. Según mi opinión, lo mejor que puede hacerse es concientizarnos acerca de la realidad sociocultural con el fin de transformar y no con objeto de abrir las puertas de la lamentación y la resignación. De esta manera no llegaremos tan lejos. Lo importante es replantear la estructura del siglo pasado para construir el siglo XXI con más fuerza y con más apego a los intereses que competen a la sociedad, además, para que de ahora en adelante volvamos la mirada a la antropología y a la sociología. Pues en un orden de jerarquización primero es la antropología y luego la sociología: entendiendo al hombre se sobreentiende a la sociedad. No podemos pensar en el progreso social si antes no hemos logrado obtener la felicidad individual.

Vuelvo a insistir que no hay oposición en cuanto al tema de la felicidad individual si ésta se busca para poder sobrevivir en una sociedad culturalmente diversificada, y con el fin de cooperar en su lenta pero segura transformación, pero si aquélla se busca con fines egoístas y con métodos ilícitos ahí es donde comienza el problema de la muy difundida cultura individual. ¿Qué hacer, entonces? Revalorar a la sociedad y a la vida social como la mejor manera de situarse en el contexto del desarrollo colectivo, teniendo en cuenta que en una sociedad individualista no hay mucha posibilidad de progreso, sino un estancamiento económico, político, cultural y material que en repetidas ocasiones deviene en la disgregación de individuos o en el éxodo de personas a países más desarrollados. ¿La finalidad? Ir en busca del sueño americano.

Influencia política

La sociedad no estuviera en estas condiciones si los gobiernos en unión con los grandes espíritus dizque civilizados del país, desde hace varios años se hubieran mostrado preocupados por construir un dique para impedir la intromisión de ideas cuya finalidad era perjudicar a la unidad nacional, y a la manera de pensar de los mexicanos. Desafortunadamente se comenzó a hacer hincapié en el desarrollo económico y político del país y se dejó a un lado aquello que nos hacía similares como individuos y partícipes de una misma identidad nacional; la cultura. Ante esta situación, también hizo su aparición el boom partidista, que irrumpió en gran parte de la república mexicana. De esta manera, ciertos hombres sin una verdadera preocupación por el progreso colectivo hicieron de esta realidad una puerta de entrada a sus intereses personales por conquistar el poder. Naciendo así la nueva concepción del hombre; eslabón de los grandes espíritus.

En el ambiente político, el hombre empezó a considerarse como un instrumento a través de cual los civilizados alcanzan el plano más elevado de la vida social. Esta nueva concepción antropológica atentó contra la unidad nacional puesto que muchos hombres hechizados por una fuerza ilusoria de transformación social se empeñaron por acrecentar su propia membresía política. Y como consecuencia de todo esto la conciencia de colectividad que se poseía en muchos lugares del país se fue perdiendo, hasta devaluarse casi por completo. ¿Cuál fue la razón principal? La idea de comunidad había cambiado como secuela de la gran sectorización política. Parece que la felicidad y el bienestar ya no representaban un derecho de todos sino el privilegio de unos cuantos.

Ante esto, muy pocos tomaron conciencia acerca de la gravedad del asunto, y la meta por la que todos luchaban eran metas particulares, sin tanto interés por mejorar el caminar de la comunidad. Lo que antes constituía un gran interés colectivo ahora entraba en un estado de agonía; el bien social. Líderes por todos lados trataban de hacer leña del árbol caído ante la invasión de las teorías y actitudes individualistas que trastornaban la vida social de todo el país, empedernidos por la ambición particular más que por la lealtad a los principios sociales, o a las tendencias humanistas y unificadoras.

Influencia religiosa

Por otro lado, sin pronunciarme a favor o en contra de alguna religión en particular, el lado espiritual fue causa de otra sectorización social, y el golpe a la unidad nacional era cada día más atroz por parte de otro tipo de líderes que comerciaban o se amparaban en alguna fe religiosa para ejercer influencia en la manera de pensar de la sociedad, unida en cierto modo. Estoy convencido que el progreso humano no excluye en ninguna manera el progreso religioso, pero también debo hacer notar que la sectorización o el alejamiento del fin colectivo no vienen dados por el simple hecho de creer o no creer, sino en la manera de creer que ciertos líderes tratan de establecer.

Ante todo, el hombre es un ser religioso, pero tampoco podemos utilizar esta verdad como pretexto para venir y generar un sin fin de ideas separatistas que lo único que conseguirán es alejar al hombre de su verdadero deseo de Dios. Continuando con la reflexión que nos ocupa podemos advertir que por el lado religioso también padecimos el virus de la sectorización. Grupos por todas partes entraban para imponer ideas extrañas en el corazón de una sociedad que ya estaba herida por tintes políticos e ideológicos, pero que aún conservaba un mínimo de esperanza en su progreso y en el desarrollo colectivo.

Transcurrido algunos años el problema religioso se había convertido en la lucha por la supervivencia; para conservarse o imponerse un grupo tenía que combatir a otro, aunque los métodos de combates fueran, en ciertas circunstancias, totalmente ilícitos. La verdadera liberación y la unificación social eran cada vez más distantes. Pero no todo se había perdido: también hubo ciertos grupos que se empeñaron en revitalizar el deseo de bienestar y llevarlo hasta las últimas consecuencias. Sin caer en el error de la justificación y sin irme a los extremos puedo sostener que esta realidad que se estaba viviendo acrecentó el deseo del hombre por encontrar su propia felicidad, sin importarle su esencia de ser para la sociedad.

Ahora bien, ¿esta concepción occidental de la vida y la felicidad podemos considerarla como parte de la cultura? ¿Fue el pasado una puerta de entrada al mundo del individualismo? Me pregunto cómo entender esta concepción de felicidad y progreso, si como parte de la cultura colectiva o como parte de una cultura individualista. Desgraciadamente, me atrevo a sostener ambas posibilidades, en el sentido que esta falsa concepción llegó a desarrollarse e imponerse como situación universal.



Autor: Gustavo Jiménez

El presente texto es propiedad intelectual del Movimiento de Acción Social Humanista S. C.

viernes, 17 de julio de 2015

El Bien Común



¿Por qué es importante para el hombre de todos los tiempos buscar, generar o encontrar el Bien Común?

De hecho, una de las razones en que nosotros fundamentamos el Bien Común dice que “el hombre no ha venido a este mundo para sumergirse en un mar de indiferencia social, sino para tomar parte activa en los intereses de su colectividad. Por otro lado, tampoco es regla general que todos los hombres deban ser lobos de todos los hombres. En este sentido, debemos entender que por ese hecho, no puede sobrevivir ni desarrollarse en un mundo solitario, sino que debe encaminar sus acciones a la eterna búsqueda del Bien individual, y como consecuencia, sentirá la necesidad intrínseca de hallar y hacer presente el tan anhelado Bien Común”.
En todas las épocas de la humanidad, el intento por establecer el Bien Común ha representado una de las tareas fundamentales de los grandes hombres y de los líderes del momento, y esto es la prueba de que todas las sociedades han anhelado vivir el progreso colectivo, pues el progreso individual no es suficiente para desarrollarse con total plenitud, por lo que muchas veces esa felicidad está incompleta, y además, siempre se ha sabido que el hombre posee dos dimensiones; es individual, pero también es colectivo.

¿Y el Bien Común tiene en cuenta a toda la sociedad?

Claro que sí. Si no fuera así, no tendría sentido llamarse Bien Común, pues el concepto Común ya hace referencia específica a toda la sociedad; es el bien de todos, por todos y para todos. No es el bien de las minorías, sino el bien colectivo. Así pues, el Bien Común, tiene en cuenta a todos los hombres, sin distingos de razas, creencias, preferencias sexuales, condición económica, ideología, etc., y de hecho, se pronuncia en favor de todos los hombres y de todas las sociedades.

JIMÉNEZ, Gustavo, "El Humanismo Experimental en Preguntas y Respuestas", Editorial Hominis

jueves, 18 de junio de 2015

El Poeta del Humanismo



Gustavo Jiménez

(El poeta del humanismo)

Es originario del Estado mexicano de Tabasco, donde nació el 10 de abril de 1980. Proviene de una familia de humildes comerciantes. Su infancia y parte de su juventud transcurrió en su estado natal. Desde niño siempre mantuvo el gusto y la curiosidad por los libros, misma que fue consolidándose con el paso de los años y se convirtió en una actividad principal, tanto que desde su infancia eligió, en un futuro, ser escritor.
En septiembre del ´98 abandonó la casa de sus padres, y en febrero de 2001 llegó a la ciudad de México, y fue ahí donde concluyó sus estudios de Ciencias de la Comunicación en el Instituto de Comunicación y Filosofía (COMFIL) de la Sociedad de San Pablo.
Estando en la ciudad de México fue afianzando lo que desde niño había soñado; ser escritor. Siendo un hombre de retos, en el 2002 optó por investigar y profundizar sobre el Humanismo de los siglos pasados además de ir descubriendo la parte que lo llevaría a expresar sus sentimientos más ocultos, fue así como, a mi juicio, pasó a convertirse en un poeta del Humanismo.
Así que en el 2001 escribió su primera poesía titulada Mi pesada cruz, incluida en el Poemario El vuelo del alma. Esta tarea la fue puliendo poco a poco a base de sacrificio y dedicación. No obstante el rechazo de algunas personas que le decían “no vivirás de papeles”,  nunca perdió la esperanza de seguir escribiendo y perfeccionando su estilo. En el año 2005 surgió la poesía que con los años se convertiría en una de las más representativas y clásicas en la vida del poeta, Navegante, ¿a dónde vas?,  en donde describe la extraña travesía del hombre por esta vida, pues en ella “el navegante”, con un lenguaje profundo afirma su voluntario caminar sin rumbo.  Esta poesía está incluida en el poemario He aquí al hombre.
Dadas las circunstancias Gustavo Jiménez siguió incursionando en el mundo de la poesía llegando a alcanzar un alto grado poético, mismo que se refleja en la versatilidad de sus escritos. Dentro de los temas que proliferan en su producción poética se encuentran el amor y el desamor, la vida como una continua paradoja, la insensibilidad social, el más allá, el Humanismo, lo desconocido, etc., abordados con seriedad, profundidad, y en ocasiones con una aparente ironía que nos conduce a la reflexión. Esto significa el gran compromiso que ha alcanzado en el mundo literario con el esfuerzo de muchos años.
En el año 2010 escribió la poesía titulada La casa está vacía que narra el amor por el lugar donde vivió y la tristeza por abandonar aquella casa que le dio su cobijo por algunos años, sin embargo, tomó su nuevo camino y siguió escribiendo. Así llegaron decenas de poesías, dentro de las cuales podemos destacar Un día como hoy, A mí mismo, Volaremos (2010), Mi necesidad (2011), En las puertas del Templo (2011), Noche sin luna (2013), Sinfonía del Mar (2014), por ser de las más representativas. Estas poesías están grabadas en dos CD´s titulados Un día como hoy y Noche sin luna. Hasta la fecha Gustavo Jiménez ha escrito más de cuatrocientas cincuenta poesías con enfoques diversos, recopiladas en seis poemarios: El vuelo del alma, El Elogio a lo desconocido, Desde el Silencio, El distante cercano, He aquí al hombre y Humano corazón de hierro. Es importante señalar que esta producción poética es solo una parte de su faceta como escritor, pues otra de sus actividades fundamentales consiste en la preparación de los libros que exponen a profundidad el Humanismo Experimental, desarrollado por él mismo.
Hoy en día Gustavo Jiménez se dedica a ofrecer recitales poéticos en los lugares donde lo solicita, esto con la finalidad de mover las conciencias y generar un cambio en la sociedad a través de este bello arte. Esta tarea de la cual es promotor y difusor no ha sido fácil pero tiene la esperanza de que en algunos años se logre tener una sociedad más unidad, pero sobre todo más humana y entregada al bien de los demás. De hecho, en sus propias palabras “la poesía es una llave que abre la sensibilidad humana”. Por lo tanto, el punto central es despertar a través de sus recitales esa sensibilidad en una sociedad carente de ella.
Cuando se sueña y se descubre el camino a seguir se van presentando los logros de la vida, un ejemplo claro es la trayectoria de Gustavo Jiménez quien logró descubrir con el paso de los años su lugar en esta vida.

Samuel Rodríguez Fabre