Como
hemos analizado, cuando no existe la sensibilidad como uno de los valores
humanos no nos queda otra cosa que aceptar la urgente necesidad de contar con
un sistema filosófico que venga a ofrecernos luz al respecto pues la
consecuencia que la sociedad debe pagar ante este problema es de una magnitud
considerable y, por lo tanto, preocupante.
Por
ejemplo, el Movimiento de Acción Social Humanista S. C., está interesado en hacer de la
sensibilidad personal una sensibilidad colectiva, ¿en qué sentido? Cuenta con
el Departamento del Supremo Bien Colectivo, cuya finalidad consiste en llevar
el Humanismo Experimental a la práctica en sus dos vertientes; individual y
colectiva. Así que toda persona que ya cuente en forma natural con un cierto
grado de sensibilidad puede desarrollarla al máximo en este Departamento, pero
también mediante la vivencia y aceptación de la doctrina que nosotros
profesamos. Como se sabe, se trata de ayudar al ser humano a tener un mejor
nivel de vida, pero este nivel abarca diversos aspectos como el moral, social,
humano, etc.
La
sensibilidad social es un fervor y un compromiso voluntario con los problemas
del momento. Como hemos dicho, un Humanismo que no se traduce en práctica y en
acción permanente es fraudulento y nadie querrá creer en él. Llegó el momento
de sacar al Humanismo de las bibliotecas y libros para conducirlo en forma
natural y pacífica hasta el lugar donde se halla el hombre concreto,
atormentado por los sinsabores de cada día y por el complejo escenario que la
sociedad le presenta diariamente.
Sostenemos
que la sensibilidad no es un valor o una actitud pasiva en el interior del
hombre, ya que esta puede proyectarse extrínsecamente por el beneficio de
todos. Alguien que presuma de sensibilidad humana y social tiene la responsabilidad
de demostrarlo con sus acciones en su diario vivir. No solo palabras, sino
hechos concretos. Casi como si la filosofía de la sensibilidad fungiera como un
proceso purificatorio para los hombres y mujeres dispuestos a actuar por su
propio bien pero también por el de la colectividad.
Para
concluir, vamos a reiterar que un Humanismo práctico es necesario en una
sociedad que ha reducido al hombre y sus adversidades a una acción abstracta.
Claro que viéndolo de este modo, los problemas del momento no constituyen el
interés central de ciertos sistemas sociales debido a que no existen, y si
existen, pues se les observa desde el punto de vista intelectual y no práctico.
Los humanistas de la actualidad promueven con todos los medios a su alcance una
filosofía de la sensibilidad que se sale del intelecto para internarse en la
vida práctica, por el bien y el progreso de nuestra decadente sociedad.
Gustavo Jiménez, Introducción al Humanismo Experimental. Editorial Hominis