jueves, 22 de mayo de 2014

Sensibilidad práctica y colectiva

           


           
             Como hemos analizado, cuando no existe la sensibilidad como uno de los valores humanos no nos queda otra cosa que aceptar la urgente necesidad de contar con un sistema filosófico que venga a ofrecernos luz al respecto pues la consecuencia que la sociedad debe pagar ante este problema es de una magnitud considerable y, por lo tanto, preocupante.

             Por ejemplo, el Movimiento de Acción Social Humanista S. C., está interesado en hacer de la sensibilidad personal una sensibilidad colectiva, ¿en qué sentido? Cuenta con el Departamento del Supremo Bien Colectivo, cuya finalidad consiste en llevar el Humanismo Experimental a la práctica en sus dos vertientes; individual y colectiva. Así que toda persona que ya cuente en forma natural con un cierto grado de sensibilidad puede desarrollarla al máximo en este Departamento, pero también mediante la vivencia y aceptación de la doctrina que nosotros profesamos. Como se sabe, se trata de ayudar al ser humano a tener un mejor nivel de vida, pero este nivel abarca diversos aspectos como el moral, social, humano, etc.

La sensibilidad social es un fervor y un compromiso voluntario con los problemas del momento. Como hemos dicho, un Humanismo que no se traduce en práctica y en acción permanente es fraudulento y nadie querrá creer en él. Llegó el momento de sacar al Humanismo de las bibliotecas y libros para conducirlo en forma natural y pacífica hasta el lugar donde se halla el hombre concreto, atormentado por los sinsabores de cada día y por el complejo escenario que la sociedad le presenta diariamente.

Sostenemos que la sensibilidad no es un valor o una actitud pasiva en el interior del hombre, ya que esta puede proyectarse extrínsecamente por el beneficio de todos. Alguien que presuma de sensibilidad humana y social tiene la responsabilidad de demostrarlo con sus acciones en su diario vivir. No solo palabras, sino hechos concretos. Casi como si la filosofía de la sensibilidad fungiera como un proceso purificatorio para los hombres y mujeres dispuestos a actuar por su propio bien pero también por el de la colectividad.

Para concluir, vamos a reiterar que un Humanismo práctico es necesario en una sociedad que ha reducido al hombre y sus adversidades a una acción abstracta. Claro que viéndolo de este modo, los problemas del momento no constituyen el interés central de ciertos sistemas sociales debido a que no existen, y si existen, pues se les observa desde el punto de vista intelectual y no práctico. Los humanistas de la actualidad promueven con todos los medios a su alcance una filosofía de la sensibilidad que se sale del intelecto para internarse en la vida práctica, por el bien y el progreso de nuestra decadente sociedad.

Gustavo Jiménez, Introducción al Humanismo Experimental. Editorial Hominis